Añada 2025: mucha agua, pocos racimos y un viñedo que renace

La añada 2025 ha llegado marcada por un contraste notable: después de dos años de sequía, el viñedo ha vivido una recuperación excepcional gracias a una pluviometría abundante, aunque la producción se ha mantenido moderada.

Las lluvias de otoño (216 L) y primavera (200 L) han permitido acumular casi 600 litros de agua durante el ciclo, aportando una reserva esencial que ha impulsado un vigor vegetativo considerable. Las cepas han crecido con fuerza, generando una vegetación densa que ha protegido al fruto durante los episodios de calor extremo del verano, con máximas cercanas a los 40 °C y mínimas por encima de los 20 °C.

Esta combinación de agua y temperaturas elevadas aceleró la maduración y adelantó la vendimia, que se desarrolló entre el 12 de agosto y el 12 de septiembre, en excelentes condiciones sanitarias y sin incidencias por lluvia.

Pese al buen estado general de las viñas, la producción fue baja, especialmente en las garnachas. Factores como la poda corta (indispensable tras la falta de vigor del año anterior) y un cuajado escaso limitaron el rendimiento. Por el contrario, variedades como la carinyena y la syrah mostraron un comportamiento excelente, especialmente la syrah, que produjo un poco más que en años anteriores.

En el plano sanitario, el viñedo presentó un estado muy satisfactorio: aunque se detectó presencia puntual de Lobesia en algunas parcelas más vegetadas, no supuso problemas relevantes y la vendimia pudo realizarse con tranquilidad y sin riesgo de botritis.

En conjunto, la añada 2025 se caracteriza por una gran recuperación vegetativa, rendimientos moderados y una excelente sanidad del fruto, augurando vinos equilibrados, frescos y profundamente expresivos del carácter de la Terra Alta.