Crónica de un día de vendimia

Hoy hemos salido a muestrear con Enric, no podría tener mejor compañero para vivir y revivir crónicas de vendimia. Ya hace varios años que las compartimos y guardamos recuerdos muy divertidos. Hemos decidido investigar por las fincas de “villa arriba”, lo que serían Les Serres y Benufets, nuestra zona preferida, para ver en qué momento de maduración y estado sanitario están nuestros viñedos.

Tengo que decir que este año estamos contentos, la calidad de la uva es excepcional, el cuajado fue regular, lo que nos favorece ya que la cantidad de uva por cepa ha quedado regulada siendo la maduración de ésta homogénea y armoniosa. A medio camino entre Benufet y La Serra hemos visto alguien que estaba atando cepas jóvenes de Garnacha blanca, el cuidado y la dedicación con la que lo hacía no me ha dejado de sorprender. Como en el pueblo todos nos conocemos, hemos parado el coche y le hemos llamado; “- Ei, oncle!”, así es como nos hemos dirigido siempre a la gente mayor en Batea. Cuando ha levantado la vista, hemos visto que era Jose Maria de Cal Ciego. En el pueblo cada casa tiene un nombre que nos facilita saber con quién o de quien hablamos en cada momento, importante en una región donde los nombres y apellidos se repiten constantemente.

Jose Maria se hizo agricultor a los 13 años cuando el maestro del pueblo le dijo a su padre que ya no podía enseñarle nada más, o iba a estudiar fuera, algo improbable en una familia humilde de aquellos tiempos, o se ponía a trabajar las tierras de la familia, y así fue. Hemos tenido una conversación muy agradable además de enriquecedora y emotiva. Estaba preocupado pensando que su nieto, que es quien se encarga ahora de los cultivos, no le escucha, sensaciones muy frecuentes relacionadas a saltos generacionales. Le preocupa que su legado de 65 años cuidando los campos se pierda. Según él, su padre murió tranquilo pensando que dejaba su herencia en buenas manos.

Durante la charla, nos hemos adentrado en el que conocemos ahora como biodinámica, una manera de hacer muy arraigada en él, que había aprendido de sus abuelos y estos de sus bisabuelos, generación tras generación, una transmisión de conocimientos que los hacía más sabios y mantenía vivo este baile milenario entre el humano y la naturaleza. Pero Jose Maria insiste en que los jóvenes no se lo creen esto de la luna y que además está convencido que para trabajar esta tierra se ha de haber nacido aquí, viviendo desde pequeño esta sinergia absoluta con la tierra.

A continuación nos ha explicado como era de esencial la luna, sobre todo las acciones que se realizaban en el campo durante la luna vieja. La importancia de la observación, de caminar entre los viñedos, cuidar y mimar la planta y la tierra en cada suspiro y, así, mantener el equilibrio natural de nuestro entorno. Al terminar, ha empezado a llover y con cara de satisfacción y una nostalgia agridulce hemos regresado a la bodega , esperando que mañana el tiempo y la maduración nos permitan continuar cosechando.