Señoras y señores, con todos ustedes la garnacha peluda!

por Empar Moliner (Diari Ara)

La Pilosa, esta garnacha tan, tan, tan fina, tan única en el mundo, que tiene la elegancia de estas campesinas de los cuentos que luego resulta que son hadas

Ficha

  • La Pilosa, 2019
  • DO Terra Alta
  • Maridar siempre es muy personal, como combinar la ropa, pero en este caso La Pilosa sería perfecta con una "clotxa", con conejo a la vinagreta (de la madre de Núria, dice) o incluso con un pescado graso y bueno, como el rodaballo.
  • Para tomar solo, oyendo música del grupo de música Roba Estesa, y leyendo a Margaret Atwood.

Núria Altés, la mitad de Herencia Altés, habla de la variedad garnacha peluda con amor, pasión, sonrisas y serenidad, porque sabe que tiene un tesoro, y lo ha sabido siempre, desde niña, cuando veía llegar a los tractores, que venían al atardecer, de vendimiar. Y a contraluz, esta uva única, poco coloreada, se veía roja. “Está verde”, les reprochaban los que no sabían. Y ellos contestaban: "¡Que no, que la "borruda" no tiene color!" Ella, que es de Batea, llama “borruda” a esa garnacha tan rara y particular, porque justamente, claro, tiene borra. Y esa borra es en realidad una resiliencia, una adaptación. Adentrarse en La Pilosa, esa garnacha tan, tan, tan fina, tan única en el mundo, que tiene la elegancia de estas campesinas de los cuentos que después resulta que son hadas. Es un monovarietal de garnacha peluda, o garnacha gris o garnacha roja, o "lledoner pelut"...

La Pilosa, nacida por primera vez en 2015, la elaboran ella y la otra mitad de la bodega, Rafael de Haan, nacido en Kent pero enamorado de la Terra Alta (y de ella). El borrador desarrolla este pelo, como el romero, por el calor, para ayudarse a transpirar. Se adapta al secano, que es lo que existe en la Terra Alta. Y es por eso que es una variedad que, simbólicamente, es una manera de reivindicar la sabiduría del campesinado. Cuando Núria, hará unos treinta años, trabajaba en la cooperativa de Batea, a esta garnacha no se le daba nada valor. Se la menospreciaba. Los campesinos pensaban que "les la echarían atrás" por eso, porque "estaba roja". Pero el milagro es que en la Terra Alta se mantuvo. ¿Por qué? Porque la daban de alta como garnacha tinta. Si un día pueden observarla, verán que efectivamente es peluda, y tiene el grano de uva más grande y la piel más gruesa.

La etiqueta de este vino es una mujer barbuda, porque lo que hay dentro de la botella es una alegoría de la mujer, en todas sus formas. Peluda, gorda, delgada, rebelde, salvaje... En las etiquetas de Herència Altés siempre hay mujeres. Porque las mujeres siempre han estado en el campo.

La Terra Alta hace camino

Si hasta hace poco, aquí, las cartas de vino no contenían ningún Terra Alta, ahora las cosas han cambiado mucho y en los grandes restaurantes, de aquí y del mundo, hay "pilosas". La exportación siempre ha sido mucho más abierta. Podríamos cambiar el refrán y decir que “hostes vingueren que allò de casa valoraren” (de fuera vinieron y lo de casa valoraron). Cuando aquí ese estilo de vino no se entendía, en el mundo sí. Entendámonos. ¿Qué no es, La Pilosa? No es un vino de estos "de toda la vida" que los expertos llaman "caldo". No es facilote, clásico, no es de los que se pueden cortar con cuchillo (y no digo que no me diviertan, también, según cómo, estos vinos). Es una variedad muy fina, con menos estructura. El tiempo les ha dado la razón.

La vendimian con mucho cuidado, a mano: hacen una primera selección en el viñedo, para evitar la pasa, aunque dejan mucha masa foliar por fuera para protegerla de los golpes de calor. Entonces, hacia la despalilladora, que selecciona otra vez, y hacia fermentar con cemento con el cincuenta por ciento de uva entera, que así la aportación de la fruta, que tanto nos gusta, será una explosión. Y le envejecerán con fudres de 5.000 litros de roble austríaco. Intentarán, por encima de todo, y doy fe que lo conseguirán, no enmascarar, respetar los aromas de la variedad. La fruta negra –como la mora–, las especias...

Pilosa tiene una buenísima acidez y, sobre todo, cuando te la bebes notas que te acaricia la boca. La vendimia de la cosecha diecinueve, la que les proponemos, empezó en agosto, pero ahora ya es la norma. En la Terra Alta fue un año cálido. No es novedad, tampoco. En el mercado, ahora mismo, está la añada veinte, que, como su hermana pequeña, es arte contemporáneo del más placentero. “Hacer vino es una forma elegante de despertar emociones”, dice Núria Altés.